Manuel Giannone
Ir a ver un concierto de música abstracta. Encontrarnos con buenos amigos y con nuevos amigos. Compartir un momento de introspección musical. Sentados. Intentando sostener un silencio. Intimo. Que solo el delicado sonido se atreve a intervenir de forma respetuosa manteniendo una tensión en el espacio. El ambiente de sonido mínimo que se despliega en la sala discurriendo etéreo por el aire. La gente presente se sienta. Otros se acuestan. Algunos cierran los ojos para que nada interrumpa la (des)atención que merece el sonido. Una poeta cerca que esta en silencio. Que también escucha atenta todo lo que sucede. La habitación a oscuras. Solo algunas luces que ondulan intervienen la visión. Los pasos en el viejo parquet generan un crujido antiguo.
En un espacio muy delicado se presento un pequeño concierto de música ambiental a cargo del músico experimental residente en La Cumbre: Federico Durand que luego de un largo tiempo sin presentarse en vivo, lo hizo dentro del marco de una muestra de artes en el pintoresco Hotel Sacha Mistol del microcentro de Córdoba capital. Un espacio de gloria arquitectónica que en sus salones y pasillos alberga una muestra de diferentes artistas contemporáneos. Dibujos, pinturas, esculturas, fotografías, grabados y demás expresiones completaban sus paredes dentro de un marco de absoluta comunidad de disfrute y curiosidad.
El concierto comenzó a tiempo en el salón principal del tercer piso del recinto, una sala revestida en madera oscura con los instrumentos sobre una mesa en un extremo de la misma entre dos modernos altavoces. El comienzo del sonido ejecutado por una tecla del sintetizador Arp odyseey inundó el cuarto de forma delicada con vibraciones sonoras ondulantes. Dando lugar a un espacio de silencio, a pequeñas vibraciones y modulaciones repetitivas que fueron llevando esa pequeña muestra sonora ejecutada por Federico a una especie de circulación en el ambiente dando una inmersión lenta y hasta perezosa de algo que nunca fue ruido pero todo el tiempo lo rodeo e intentó tocarlo de forma muy correcta, lo acaricio y mantuvo en una tensa calma a todos los oyentes atentos. Durante unos treinta minutos aproximadamente el músico exteriorizo su sensibilidad musical ante un público comprometido e intrigado de escucharlo.
La fragilidad de esta música donde la improvisación juega su papel de forma preponderante tiene un lugar donde expresarse y un público interesado en la introspección y en la escucha profunda. Albricias. Porque en estos tiempos de incertidumbre y oscuridad se generen estos espacios de expresión donde encontramos trincheras de resistencia y sostén para las inquietudes artísticas.

